La brecha digital se puede definir como la separación existente entre las personas (comunidades, países, estados…) que utilizan las TIC como una parte de su vida rutinaria y aquellas que a diferencia no tienen acceso a las mismas e/o ignoran cómo utilizarlas.
Esta separación se da también al mismo tiempo en el ámbito social y económico, resulta ser aquellos que disfrutan de mayores ingresos los que tienen posibilidades de poseer y acceder a estas nuevas tecnologías. Por ello, y como cabe esperar, se agranda la brecha ya existente por motivos económicos. Sólo un bajo porcentaje de la población mundial tiene acceso a los beneficios que aporta las nuevas tecnologías y solamente unos pocos los que tienen acceso a la amplia gama de servicios que ofrece la misma.
El avance tecnológico ha tomado protagonismo en relación al desarrollo, el acceso a la información y al conocimiento se ha convertido en la herramienta más importante a la hora de que los países logren mejores niveles de desarrollo. Por todo ello, la brecha digital necesita ser medida en cuanto las facilidades, opciones y costos adecuados para el acceso a la red y a programas que faciliten la educación para todos.
Por todo ello, considero que la brecha tanto económica, cultural, social, educativa, digital…van unidas. No es fácil reducir la brecha digital aportando material y formación a aquellos que carecen de ello, sin antes intentar que las demás diferencias se reduzcan al menos. Es por tanto imposible, bajo mi punto de vista, atajar estas diferencias de acceso o no a las nuevas tecnologías, sin antes atajar o reducir al menos las diferencias económicas que agrandan las demás muchas veces. Los más ricos cada vez lo son más, y los pobres se convierten en más pobres en todos los sentidos.
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